El Ojo en la Mano

La leyenda del ojo en la mano, es una de las historias de terror más horripilantes que jamás  en la vida puedas haber leído o escuchado, la familia Pérez,  tenía como costumbre, reunirse dos fines de semana al mes con sus parientes.

Sus parientes la pasaban muy bien.

Ellos pasaban los dias compartiendo y contando historias, normalmente lo hacían, cuando se sentaban a la mesa a comer y a deleitar los sabrosos guisos que cocinaba la abuela.

Un dia, mientras, ellos estaban comiendo y  saboreando la rica comida pasó algo muy extraño, súbitamente,  la puerta principal se abrió de par en par, fue entonces, cuando entró un viento muy frío, apenas se pudo percibir, pasó, rápidamente, hasta que el mismo, se esfumó dentro de la casa.

Ninguno de los presentes le dió importancia al hecho, no se sabe por qué motivo, pero desde ese día, la familia Pérez, cayó en desgracia.Aa esta familia, le cayeron todas las tragedias. Fue entonces, cuando de manera inesperada y sorpresivamente, los familiares fueron muriendo uno a uno.

Los parientes,  se encontraban en circunstancias sospechosas, los más pequeños vivían sumidos en llanto, asustados, por presenciar estas escenas macabras, las cuales, los demás no veían ni entendían.

Muchos de estos cadáveres fueron velados en ataúd cerrado herméticamente, debido a  la expresión de terror, que quedó marcada en sus caras, la cual daba una imagen de horror y no pudo quitar.

La sabiduría de la abuela

La abuela, si entendió lo que estaba pasando, los reunió a todos, para decirles que eran presas del “Mal de ojo”.

que había alguien que los envidiaba y quería destruirlos,  si no detenían a esa persona, el mal de ojo, acabaría con toda la familia.

La sabiduría de la abuela los puso en alerta, entonces fue, cuando buscaron a una persona con más conocimientos que los de la abuela.

quien les dijo, que necesitaban urgentemente, una protección y solo así, podían vencer la maldad de esa persona.

Era preocupante, todo lo que estaba pasando, la familia Pérez sintió profundamente que sí había alguien que los envidiaba, entonces fue cuando el sabio dijo que solo había una solución y era la protección que necesitaban debían tener “el ojo en la mano”.

El ojo en la mano, era la única protección que existía ante cualquier mal, además,  podía traer riqueza, felicidad y salud. Cada uno de los parientes de la familia Pérez  enseguida,  se activaron.

Hubo quienes compraron un amuleto, otros usaron un guante con el ojo pintado en los extremos del mismo guante, otro pariente se dibujó el ojo en la misma mano, tatuado, pensaban que estas cosas podían protegerlos.

Este remedio no funcionó, poco a poco la familia se fue muriendo inexplicablemente, solo  quedaban cinco de ellos, en menos de un año, intentaron esconderse, pero siempre aparecía, el mal de ojo que se transforma en seres infernales.

Una noche muy fría, Arturo, uno de los pocos parientes que quedaba en pie, era torturado por los malos espíritus del mal de ojo, lo ataban a su cama, dejándolo ahogarse en su propia sangre, mientras le hacían creer, que era despellejado vivo.

La desesperación se apoderó de todos

Frente a él, pasaban las imágenes de la muerte de todos los demás miembros de su familia, ahorcados, ahogados, decapitados, algo macabro, fue cuando sintió que no resistía más, pensó en dejarse morir, pero una sombra enorme pasó por la puerta y traía en sus manos una bebe.

La niña, estaba envuelta en  una víbora negra, que le rozaba la mejilla con su lengua, los otros, familiares, aterrados, en la habitación se deslizaron también al encuentro, petrificados del miedo, por lo que estaban viendo.

Era desesperante, lo que ocurría, la cara y el torso de la niña estaban hechos pedazos, su piel estaba cosida toscamente, no tenía piernas, sólo había un polvo que se extendía por el espacio  en donde se encontraban estas criaturas infernales, que no era otra cosa sino la habitación.

Arturo, vio con mucha desesperación, como estas criaturas besaban la piel de su bebe y babeaban sobre ella, se agitó tanto, hasta liberarse, corrió hasta donde estaba la sombra, ésta extendió la mano, y lo hirió en el rostro.

Estos seres infernales,  no tenían piedad, le sacaron el ojo de la cuenca, el cual cayó en la mano de Arturo. Fue entonces, cuando todas las criaturas infernales voltearon sorprendidas  y en un solo grito de desesperación, fueron difuminadas en la habitación.

Desde entonces, hasta el día de hoy, Arturo, debe conseguir un ojo fresco para poner en su mano, y así evitar que el mal de ojo llegue a su familia.  Moraleja, la familia debe protegerse unida, con respeto, solidaridad y cariño para que estas creencias no sean realidad, pero es cierto de que el mal existe.