La casa de mi tía

03/03/2022 12:19

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Cuando yo era pequeña, nos quedamos a dormir en la casa de mi tía; era un lugar horrendo, oscuro y muy tenebroso, que es lo que puedo recordar.

Resulta que a cualquier hora del día, y en cualquier lugar de la casa, en donde uno se encontrara; se escuchaba un susurro que a veces se convertía en un grito que decía ¡Vete!

Se podían ver sombras de diversos tamaños, que recorrían la casa de un lugar a otro, las sillas mecedoras siempre se mecían solas, las cortinas se abrían y se movían solas, en la cama y los sillones se sentía que alguien se sentaba…

Realmente, todo lo que sucedía, sobre todo, en las noches, pues la casa, era muy grande; tenía, dos recamaras, que estaban separadas una de la otra, en la habitación más grande, dormíamos mi hermana y yo junto a mis dos primas, ellas en su litera y nosotros en la cama grande.

La cama tenía los dos lados al descubierto, así que cualquier lado daba igual, cuando íbamos a dormir; nos llenabamos de miedo, lo cual no era fácil, nos preparamos para resistir la noche entera, el terror y el misterio embargaba la habitación.

Además, de los susurros en toda la casa, era una tarea tremenda, lo que teníamos que hacer; porque nos tocaba recoger todos los cojines y almohadas que habían en la casa para ponerlos alrededor de nosotros, con el fin de tener la seguridad de que ilusamente teníamos protección.

El miedo se apoderó de nosotros……..

Especialmente en los pies, que era por donde nos jalaban las cobijas, o se metían por debajo de ellas; se podía sentir la respiración helada, que nos movía los cabellos, cuando se sentaban en la cama, o se paraban junto a ella.

Todos observarnos aterrados lo que estaba sucediendo, escuchábamos el arrastrar de los pies de varias personas, las cuales no se veían; solo sombras, a veces parecían algo más que pies, como pezuñas o garras.

El ruido comenzaba por la cocina, iba de una habitación a otra, sin duda, había que cruzarla a la fuerza.

Los platos sonaban como si alguien los lavara, se podía ver gente sentada a la mesa; que siempre iniciaban una pelea y se agredían con lo que tenían a la mano.

A día siguiente, todo estaba intacto en su lugar, después de la pelea, se iban a las habitaciones; abrían los cajones, los estantes, como si buscaran algo, se daban cuenta que estábamos ahí y nos observaban.

Entonces, susurraban cosas que a veces podíamos entender y otras no.

El miedo se apoderó de todos nosotros, no podíamos ni respirar. Cuenta la leyenda, que esto sucedía siempre, en esa casa. Para nosotros la impresión fue muy fuerte y desagradable.

En una ocasión los sentí tan cerca, que su respiración me llegaba directo a la nariz; el olor era asqueroso, como de basurero o comida dañada, sus manos se sentían frías y rasposas, se metían, por debajo de las cobijas.

Seres infernales y diabólicos

No pude resistir mas y abrí los ojos, sus caras estaban justo frente a la mía, pero no tenian rostro; sus ojos, eran todos negros como el petróleo, no tenían nariz, ni orejas, tampoco pelo, ni boca, pero si gritaban, murmuraban; chillaban y hacian una cantidad de ruidos que no puedo olvidar y los cuales me atlormentan.

Llevaban ropas como las nuestras, sus manos tenían uñas largas y negras, miraban fijamente y asustaban a todos por igual.

Era sumamente impresionante ver estas criaturas infernales.

Ellos se reían de nosotros, por el miedo que teníamos y todas las noches, después de su pelea y acoso directo, representaban otra escena, que seguramente, eran lo que hacían en vida, en la misma, tomaban nuestros rostros completos para mostrarnos que podían pasar su mano.

La noche que más me asuste, fue, cuando mi prima me despertó, para que la acompañara al baño, con todo el miedo del mundo lo hice, nos levantamos, cruzamos por la cocina donde ellos peleaban, voltearon con enojo hacia nosotros, pensamos que nos iban a atacar, por haber interrumpido su momento, o más bien su ceremonia satánica.

A pesar de que lo hicimos rápido, cruzamos la cocina y por el peso de sus miradas de estos fantasmas, sentimos que se nos venían encima. Entonces, el momento se hizo eterno, llegamos al baño y espere a mi prima en la puerta, hasta que saliera.

En ese momento...

Mi prima gritó y me dijo que no se podía parar del inodoro, yo entré y le vi la mano llena de sangre, tenía la mano en el vientre, en el momnto que se pudo parar, ví con terror, que de su vientre salía sangre, nos asustamos las dos.

En ese preciso momento, retiró su mano del vientre, se le abrió una especie de herida y sus órganos salieron, se veían viejos, podridos, llenos de gusanos, aquello era una asquerosidad, no se podía soportar el mal olor, era una pestilencia.

Su rostro se puso blanco, sangraba también por su boca, extendía las manos hacia mí, mientras arrastraba sus entrañas por el piso llenas de mucha sangre, lo cual me asustó y preocupó mucho.

En el momento que grite, escuché las risas de los seres infernales en la cocina, me di cuenta enseguida, que mi prima estaba bien, había sido solo una alucinación, que nos regalaron estas criaruras malévolas en una de las tantas noches infernales que nos tocó vivir.

Las leyendas narran episodios, hechos y a veces realidades, que nos hacen pensar, que en cierto modo, estas apariciones pueden existir, por lo tanto, no es el miedo lo que demuestra su verdadera existencia, sino el interés que mostramos por conocer todas estas leyendas.