Milka y los espejos

18/04/2022 15:07

Milka y los espejos
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    Cuando era pequeña tenía una perra que me regaló mi madre,  una French Poodle, color blanco llamada Milka, crecimos juntas y le tenía un cariño muy especial.

    De pronto algo empezó a cambiar en ella, por las noches se ponía inquieta, miraba fijamente, ladraba enojada, algunas veces parecía asustarse y agachaba las orejas.

    Algo estaba pasando, caminaba hacia atrás mientras su gruñido expresaba un miedo que no sabía que los animales podían sentir. Se acurrucaba entonces junto a mí, pero sin dejar de ver fijamente.

    En algunas ocasiones tiraba la mordida muy cerca de mí, como si intentaran hacerme daño y me defendiera… me asusté mucho, así que la tomé entre mis brazos y salimos de la habitación.

    Al día siguiente entre a la habitación de mi madre...

    Buscando un cepillo y entonces fue que vi dentro del espejo, Milka estaba sentada en la silla, se cepillaba el pelo.

    Se puso dos peinetas negras con rojo, tomó el pinta labios y escuchó mi reacción, volteó entonces hacia mí, sonrió de forma maliciosa, y se pintó los labios… yo asustada caminé hacia atrás, entonces un ladrido me hizo voltear ¡Milka otra vez!, estaba detrás de mí.

    Sin peinetas y sin pinta labios, con desconfianza la miré, ella pareció triste, entonces me asomé de nuevo a la habitación, y lo que había visto seguía ahí… evidentemente Milka estaba junto a mí, lo que estaba en el espejo no sé que fue.

    Abracé a Milka muy fuerte, nos fuimos a nuestra habitación, nos acurrucamos un rato juntas hasta que empezó a ladrar; pensando un poco tomé mi espejo de mano y ¡la vi!, de nuevo, me asusté mucho.

    Ese perro con peinetas se paseaba por ahí, riendo. Quería subirse en nuestra cama después de varias vueltas sus ojos se enrojecieron, su color a deteriorarse y sus largos colmillos se llenaron de sangre.

    Sus pelos estaban muy sucios, empezando a engusanarce, Milka se asustaba mucho pero seguía al pie del cañón, defendiéndome de aquello que quería tomar su lugar a mi lado.

    No supe que hacer y vivimos esa situación por un tiempo, Milka se veía ya muy cansada, demasiado asustada, pues esa “cosa” se veía peor cada vez, había empezado a atacarnos.

    Intentaba mordernos con desesperación...

    Yo solo podía verla por un espejo, ni siquiera podía tocarla ¿Cómo podría dañarla o ahuyentarla? Recordé lo que me dijo mi vecina una vez.

    Me dijo que los perros sufren mucho pues son los que toman todos los males que venían dirigidos hacia nosotros, fui con ella a preguntarle un poco más.

    Me dijo que aquello que nos acechaba era un espíritu que alguien con mala voluntad había mandado para dañarme e intentaba entrar en mi vida como mi fiel compañera, que tarde o temprano lo iba a lograr, y mataría a Milka.

    Dijo que por los espejos me desharía de ella...

    Reflejando el mal, volviéndolo por donde vino a la persona que lo envió, la anciana me dio un espejo, pequeño, con hilos rojos a su alrededor.

    Mi parte era lograr que la impostora se reflejara en él y atraparla ahí para llevarla con mi vecina que se encargaría de ella.

    Esa noche lo logré, fingí estar dormida, escuché con atención, dejé que Milka ladrara sin moverme hasta ese ladrido que marca la diferencia, cuando la advertencia se vuelve reacción.

    Apunte el espejo por encima de la cabeza de mi perrita y el espíritu se reflejó. Esta vez tal como era, porque tenía cuernos largos enroscados, reía todo el tiempo, en lugar de garras tenia pezuñas.

    Exhalaba una niebla oscura cada vez que respiraba, sus ojos amarillos vidriosos nos veían con odio, mientras el fuego del infierno lo rodeaba,  parecía muy enojado queriendo salir

    Porque golpeaba el espejo con tanta fuerza que casi no podía sostenerlo y el calor quemaba mis manos. Lo llevé donde la viejecilla, ella lo puso entre un circulo de velas blancas, pidiendo en una oración que el mal regresara a su fuente.

     

    Milka y los espejos

    Me dijo que me había librado de aquello, que probablemente no supiera quién me lo envió, por supuesto no pensamos que quien me deseaba mal estuviera tan cerca. 

    Al siguiente día, mi Padre que nos había abandonado el mes anterior amaneció muerto mordido por un perro al parecer, y con un espejo roto a su lado.

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